martes, 29 de junio de 2010

Nuevo libro de la Universidad de Sevilla

 Recopilación de textos acerca de  Olga Orozco, realizado por
la escritora española Inmaculada Lergo Martín. El poema que sigue,
es portal del libro publicado por la Universidad de Sevilla en su Colección 
de Autores del Cono Sur. Consta de 462 páginas.


Nubes  viajeras  para  una  desvelada  ausente

Por Manuel Ruano

A Olga Orozco, in memoriam
Esa es tu voz.
Sí, un cartílago de oro que iluminó al sol.
Más bien debería recordarte que he aquí un cristal de roca de belleza 
/     inaudita.
donde tu alma reposa con su verbo ad verbum atemperado,
y contradice las presencias en su traje ritual.
En sinfonía de voces.
Más exactamente, había en ti una convalecencia de penumbra,
que llegaba sin aliento a las conclusiones inesperadas...
De igual manera había en la memoria una pajarera desconocida para 
/    las nubes,
adonde entrabas y salías siempre, alabando los paseos perdidos.
Tengo la sensación de estar tomando contigo el té de las difuntas,
en el fondo de un jardín y tú, con tu corona de flores.
Es un diálogo secreto entre los huérfanos–, dijiste.
No estoy tan seguro de haber develado esas ausencias;
pero esos lamentos, esos paraísos perdidos,
son de aquella geografía del adiós.
Con rigor, debo confesarte que no debes confundir los sabores,
los reinos invisibles, las pasiones inescrutables,
que alguna vez te han hecho llorar.
¡Ah, tapices revestirán una galería de abriles crueles, de gladiolos 
/    moribundos,
de lágrimas de una mujer solitaria que toma sopa
con los retratos de un paisaje irrenunciable!
No debes alzar la voz cuando alguien te habla de los salones desiertos...
Más aún, deberías controlar a quienes te adulan.
No siempre son de confiar.
Pero la niña terca que hay en ti, mira fijamente su plato
mientras se mueven las cortinas que dan hacia un balcón vacío...
No hay nada que hacerle: ¡robarle fuego al sol, ocasiona desgracias!
Te pone por delante una viuda de luto que augura calamidades
y prepara el pensamiento para la muerte.
Con todo respeto, siempre hay un embaucador de cosmogonías,
que pretende ocultar las nubes, las tormentas que se avecinan,
como un anticipo de los tiempos.
No te dejes impresionar por la distancia.
Recuerda que los poetas se reconocen más cuando no hablan.
Realmente, no hay embuste posible en los versos
que no hayan dejado flores marchitas como la soledad...
Pero los huéspedes, amiga, no han vuelto.Y tú me dijiste:
Me voy por unos días–, y yo te lo creí,
como un creyente de las cosas que vuelan;
los poemas de Pessoa se vuelan en un lejano bar de Lisboa
que ha quedado fijo en tu recuerdo;
pero tú, te ibas para siempre...

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